Una sociedad formateada/cincelada por el neoliberalismo
La epidemia provocada por el Covid-19 ha puesto en solfa las costuras sobre las que se ha construido el actual edificio social. Como en el cuento, el rey estaba desnudo y esta crisis nos ha devuelto a la realidad. El uso de un lenguaje militarizado a partir de la premisa que “estamos en guerra” implica unos efectos nada deseables en una sociedad que a través de los años ha sido formateada/cincelada desde valores neoliberales. El filósofo y escritor Josep Ramoneda ha escrito sobre los efectos del error de plantear una guerra sin enemigo, ni declaración de objetivos, ni estrategia militar por parte de enemigo como efectos nocivos a través del uso de un lenguaje que ensalza valores autoritarios, represivos y patrióticos. En su exposición nos indica que al subjetivar el Covid-19 se le ha otorgado conciencia de ser y de esta concienciación hemos construido un sujeto social fantasmagórico que nos amenaza. La necesidad de un Estado que nos proteja y defienda ante el mismo ha entrado en nuestro ideario a través de medios de comunicación con ruedas de prensa militarizadas hasta el extremo. El ciudadano atemorizado acepta cualquier medida y la intensificación en la aplicación de la misma sin cuestionársela tan siquiera. El miedo paraliza el pensamiento y promueve el asumir la autoridad del poder que intentará transformarse en autoritario pues es su naturaleza.
El ensalzamiento de valores autoritarios, el ir un paso más allá del estado de alarma al estado de sitio como una alternativa plausible, poner en el centro al infractor y castigarlo con la aparición del delator de balcón como figura resurgente, la renovación del sentimiento patriótico a través de salvas al ejército o con el himno nacional a su paso por nuestra calles y plazas o la recentralización de competencias en vez de avanzar hacia la federalización de un estado, el español, en claro proceso de desintegración política y social. Esta ensalada de propuestas, aderezada como en las mejores cocinas con décadas a una sociedad cincelada mediante el instrumento de una arquitectura de valores neoliberales hacen de esta argamasa un peligroso pastel potencial. La estructura moral neoliberal de individualismo, competencia a ultranza, mercantilización de bienes y servicios y el desprestigio de lo público aparecen ahora como esa estructura moral que sustenta un discurso que pretende volver al autoritarismo como la mejor (y única) manera de afrontar problemas colectivos actuales y futuros. Un ejemplo, ensalzar el modelo chino para “combatir” el Covid19 como el más eficaz en sus resultados. Dejando más allá la falsedad de las cifras que en las próximas semanas se han de ir corrigiendo por parte de todos los gobiernos, esta manera de enfocar el tema en Europa refuerza conductas de extrema derecha populistas que históricamente se han mostrado más como creadora de problemas que solucionadora de los mismos.
Ante este modelo presentado por la derecha y aceptado por cierta socialdemocracia, necesitamos construir uno alternativo en el que la cooperación internacional y la solidaridad personal y social sean resolutivas de retos colectivos como el que tenemos en la actualidad. Este tipo de retos sociales nos seguirán apareciendo a causa de la globalización, la extensión de virus y bacterias y el cambio climático (crisis ambiental). Seguir planteando el asunto en términos militarizados nos obligaría a una guerra continuada y sin cuartel de una sociedad atemorizada que aceptará cualquier recorte de libertades en pro de su salud. El dilema libertad versus seguridad se ha trasladado al de libertad versus salud. Y aquí reside un gran peligro.
La sociedad ha visto que el rey (modelo neoliberal del capitalismo) estaba desnudo. El supuesto renacer de la economía en Occidente y España después de la crisis financiera de 2009 era otro espejismo como lo demuestra la facilidad con la que empresas han despedido trabajadores (ERTES) y las poco halagüeñas perspectivas de un mercado de trabajo precarizado. La gestión de esta crisis en un amplia mayoría de residencias de ancianos nos debe hacer reflexionar para cambiar modelos de gestión. El modelo neoliberal lleva dejando en manos del mercado un servicio como es el de cuidados de las personas mayores. Las empresas gestoras de esos servicios, siguiendo modelos empresariales de costo/beneficio neoliberales, ya estaban al borde del colapso antes de la crisis sanitaria. Un colapso que no hizo aparición a las primeras de cambio del inicio de la epidemia. El mercado ha sido ineficaz, inoperante e inhumano. Una vez más se ha vuelto a demostrar que el mercado no puede ser gestor de servicios fundamentales para la coexistencia social como lo son la sanidad, la educación y los recursos asistenciales. Anteponer a este modelo uno basado en residencias de carácter cooperativo en las que la auto-gestión de los residentes cooperativistas sea la norma más habitual nos da una idea de hacia dónde pienso deberíamos avanzar.
Un nuevo modelo social y económico ha de ser alternativa al actual. Un modelo basado en la cooperación y la solidaridad en el que el Bien Común sea máxima, la economía circular un instrumento, el bienestar social y personal un objetivo y el mantenimiento (sostenibilidad) del sistema una necesidad. Necesitaremos poner en marcha toda la inteligencia colectiva existente en las universidades, organizaciones sociales, partidos políticos, sindicatos y sociedad organizada para reconstruir nuestra sociedad según un modelo social cooperativo. Si dejamos a los incendiarios de la actual situación hagan de bomberos y agentes de la aseguradora para reconstruir el nuevo edificio, estaremos poniendo las bases para futuras, agravadas y no muy lejanas crisis. Estaremos colaborando en programar/cincelar una sociedad con valores que agravan este tipo de problemas cuando estos aparecen. La izquierda no debe ni puede permitírselo a no ser que desee su práctica irrelevancia a lo largo de este siglo XXI.
Jose Pérez es miembro de Totes fem Badia.